Se puede estar todo lo entusiasmado que se quiera con el fenómeno Podemos (la mera aparición "de la noche a la mañana" de un millón de votos de izquierdas -aunque algunas personas son de izquierdas sin saberlo visto lo visto- no puede conllevar más que cosas buenas), pero pienso que va siendo hora de resguardarse del efecto arrastre de las modas con un mínimo de distancia crítica, que está claro que escasea en tiempos revueltos. No olvidemos que, aunque en nada va a superar al PP como el partido con mayor intención de voto en España, no tienen ni van a tener (bajo su marca) representación municipal y veremos en qué se quedan esos votos europeos tras las Generales y sus chorrocientas circunscripciones, mínimos de diputados por provincia, porcentajes, etc.
Dicho lo cual, casi todas las críticas legítimas (y que comparto) al movimiento no lo son a ellos en sí mismos, sino a las circunstancias que los rodean (y aupan) y que de ningún modo deben servir para deslegitimar sus reivindicaciones.
I. ¿Servirse del Mal para hacer el Bien?
Se puede concebir Podemos de varias formas. La más sencilla e inmmediata sería la de sostener que se trata de la tercera fase del 15M: primero las megaasambleas y acampadas en todas las ciudades de España (recuerden aquellos streamings con miles de personas reunidas en Sol), luego la descentralización a los barrios (fase durmiente pues los medios ya se habían cansado de la cosa, y nadie le prestó demasiada atención a esto, salvo quienes estuvieran metidos) y ya por fin la presentación en sociedad, a través de los medios de comunicación de masas (con la obligatoria presentación del líder, sin el cual no serían admitidos) y de la constitución en movimiento político clásico (pronto, el partido; por ahora, se funciona mediante soviets círculos, que son fotocopias de las asambleas de barrio del 15M).
En meros términos de comunicación, imagen, etc, observamos como cuando por fin IU había encontrado un filón en Alberto Garzón (cantera del 15M de Málaga, joven, mediático...) para conectar con todos los desencantados de la política, ha llegado Pablo Iglesias con su discurso agresivo (que encaja como anillo al dedo en el mundo televisivo post-Gran Hermano) pero bien fundamentado y se lo ha llevado todo por delante. Y es que no lo dicen sus críticos, lo dice él mismo: que aparece tanto en televisión porque hace subir el share y los anuncios se venden más caros. Y no es porque haya libertad de expresión y los periodistas de La Sexta, una vez liberados del yugo del pseudoizquierdismo catalanista de Roures (y ahora presos del Grupo Planeta, cuyo periódico bandera, no se olviden, es La Razón), hayan decidido dar voz a los descastados porque bajo el régimen de Lara puedan desarrollar su conciencia crítica.
En un mundo mejor, ellos mismos se negarían a intervenir en medios de comunicación privados que están haciendo dinero gracias al desencanto de la gente y a la crisis (observen lo pornográfico del asunto), pero está claro que el dilema sobre qué concesiones se deben asumir para hacer llegar un mensaje hace tiempo que quedó zanjado para la presente generación (la de los indies que actuan en escenarios Movistar, ya saben: eso en los 90 era motivo de destierro, pero por eso nadie se acuerda de Automatics y a todo el mundo le suena Sidonie, no sé si me explico).
Ya sé que mientras La Sexta emite debates políticos (gente gritándose) en prime time, el resto de grandes cadenas emiten auténtica telebasura, y que siempre es mejor ver a Wyoming forrándose por contratar a modelos de pasarela para que ridiculicen a un banquero por gastarse cientos de euros en flores (y no por estar cobrando millones de euros al año, que se ve que eso vende menos anuncios), que al teleimbécil de turno comentando lo mal que se lleva poligonero 1 con poligonero 2 en La Casa de GH pero qué quieren que les diga, sigue siendo pornografía (por no hablar del consabido efecto anestésico: a la gente se le pasa el cabreo tras despotricar un rato o cree estar haciendo ya algo por cambiar el sistema simplemente con informarse o hacer subir el share de Evolé) y hay gente haciendo dinero (los accionistas del Grupo Antena 3 y del Grupo Planeta, que son indirectamente la diana de estos programas, en un efecto Simpsons de manual) a expensas de la miseria de otros (no olviden que la gasolina de todo esto es el enfado de la sociedad, de ahí el ridículo énfasis en detalles de corruptelas, que no dejan tiempo para un análisis más crítico, relacional y de conjunto: qué parte de culpa tenemos como consumidores que demandan productos, etc etc.).
Podemos no es responsable de ello, y puede comprenderse que lo aprovechen por un deseo de justicia social que todos compartimos, pero no me digan que no estamos en el límite de lo aceptable: darle gasolina al coche del malo no parece la mejor opción para ganar la carrera.
II. El lenguaje: ¿Actualizarse y morir?
A nadie con dos dedos de frente se le escapa que buena parte del éxito de Podemos se debe a que no utilizan lenguaje "trasnochado" y que, aunque sus líderes portavoces reconozcan abiertamente ser de izquierdas, se cuidan muy mucho de hacer cualquier referencia a la concepción clásica de la política, entendida como la supremacía de un conjunto de valores sobre otro (o de una forma de llegar a unos objetivos sobre otra) y la posterior clasificación de esta en función de un espectro más o menos lineal. Para Podemos hay que superar los términos izquierda y derecha, y recurrir a otros mucho más neutros y abrazables por todo el mundo, como sentido común, honestidad, decencia, justicia, etc: toda palabra bajo la cual podamos defender una cosa y su contrario, por si acaso hiciera falta llegado el momento.
Es justo precisar que no hacen de esto su bandera (sino una mera estrategia electoral, cuyo éxito nadie puede negar) pero sí manejan muy bien el lenguaje con el que vehiculan unas ideas que, en el mundo actual, son extremistas se mire por donde se mire, se presente como se presente (renta básica, nacionalizar, no pagar la deuda: ¡Vamos hombre!).
Es justamente lo contrario que hace Izquierda Unida, una coalición de partidos (aunque todos sabemos quién tiene más peso, por pura aritmética de afiliados) que surgió hace treinta años en circunstancias similares (desencanto de las políticas socialdemócratas -lo que El País siempre denominará la izquierda, incluso cuando la dirige un androide-, contexto internacional insoportable -ayer OTAN e imposiciones europeas, hoy crisis e imposiciones europeas). Lo contrario, digo, porque IU sigue denunciando las mismas cosas de siempre, con el mismo lenguaje de siempre, esto es, llamando a las cosas por su nombre. Se podrá pues reprochar que cambiar las cosas de nombre modifica la percepción que la sociedad va a tener de ese problema: es el arma principal del neoliberarismo desde hace años. Las ocurrencias -la Casta- son espectaculares (en el buen pero también en el mal sentido de esta palabra). Pero sin duda también están ayudando a formar a toda una generación de iletrados en política (aunque esto sea más mérito del 15M y que esa difusión de un análisis más de izquierdas de la crisis sea mérito de los -interesados- medios de comunicación, no de la capacidad de Podemos de llegar a la sociedad, que sería nula de no ser por la potencia mediática conseguida por Pablo Iglesias).
Además, uno de los problemas gordos que van a tener los movimientos y partidos de izquierdas en los próximos meses, viene causado por este cambio de lenguaje, donde el viejo mundo, la vieja política de izquierdas, no puede ser asociada bajo ningún concepto a la frescura del movimiento Podemos (so pena de pérdida abismal de legitimidad... y de votos), cuando a todas luces es una alianza natural (que siempre sucede cuando dos partidos tienen programas fotocopiados).
Ahí está la fuerza y la debilidad de Podemos: su éxito mediático y la aceptación fulgurante por parte de la ciudadanía (que, como todos sabemos, terminará votando masivamente a los dos partidos de siempre, exceptuando a los abstencionistas, que votarán a Iglesias si es candidato a Presidente) de este nuevo lenguaje, de esta "nueva" forma de analizar la realidad española y mundial, les impide crear alianzas con cualquier movimiento o partido que no goce de la misma imagen de frescura, de hartazgo y rechazo del viejo régimen, que ellos. Hoy por hoy ni Ecologistas en Acción podría aliarse con Podemos, no digamos ya cualquier federación de IU. Además cualquier alianza remarcaría el perfil progresista del movimiento, alienando a todas esas personas de derechas apolíticas o de centro que declaran abiertamente que votarán a Podemos.
Esto no parece preocuparles, ahora que estamos en la fase ascendente en la que todavía son muchos los incautos que piensan que Podemos, bajo su ideología y forma actuales, llegará a gobernar con poder real (si es que tal cosa sigue existiendo en las democracias actuales), y por ello no necesitan que ningún partido o movimiento pida el voto para ellos o que se presenten en coalición. No pueden aliarse con nadie, pero necesitarán mucho apoyo y colaboración de las opciones de izquierda (de IU, vamos) si quieren sobrevivir más allá de las próximas Elecciones Generales y su más que probable entrada en el Parlamento (con la consecuente entrada en el sistema, en la casta). He ahí uno de sus dilemas: no pueden concurrir con sus aliados naturales (incluso han de distanciarse de ellos o criticarlos) cuando presentarse como otra opción de izquierdas al margen de la que actualmente es mayoritaria es un suicidio político desde el punto de vista de quienes querríamos un gobierno de izquierdas de una santa vez (pero que ya nos tememos que el tinglado está diseñado para que, si algún día termina sucediendo, para entonces ya no haya margen de acción). Porque ya saben, llegaremos a las Generales divididos, y ganará como siempre el dragón bicéfalo neoliberal. Pero también sabemos que en el momento en que Podemos se concierte con IU, se acabó la marca Podemos y su puñetazo en la mesa.
III. OTAN NO (pero bases fuera)
A mí la escenificación/dramatización de la división interna de Podemos en su macroasamblea reciente me parece totalmente legítima, y además es probable que el guión haya sido cocinado/exagerado más bien por los medios de comuniación. Evidentemente se remarca muy poco que desde el principio Echenique defiende que no habrá Podemos si no comanda el Gran Líder, lo que reduce a mero matiz esa supuesta división interna que nos venden para seguir contando novedades diarias en torno al movimiento.
Se observa como progresivamente el Grupo Planeta nos va presentando a los secundarios (Errejón el elfo, Monedero el mago blanco, Alegre el montaraz que guía al hobbit, etc.) llamados muy rápidamente a escena para evitar una saturación de Iglesias por sobreexposición mediática (cuyos límites, en 2014, se han estirado a ojos vista) ante el inesperado resultado en las Europeas y la continua debacle del PSOE que, como la crisis misma, toca fondo 6 ó 7 veces al año, pero ya ya ya está claro que no puede bajar más, eh?).
Sin duda el gran dilema de Podemos como movimiento que se tiene que reconvertir en partido si quiere tomar el cielo (por consenso o por asalto) es el de toda la vida: a mayor democracia interna, menor fuerza para imponerse en el exterior. esto es así en el seno de cualquier partido (observese la debilidad de IU en cuanto a su imagen entre la ciudadanía: un partido dividido incapaz de gobernar, cuando lo que pasa es que las divisiones se airean y se permite que sus bases diriman, en lugar de ser aplastadas por la cúpula del partido), pero también de cualquier empresa o de cualquier familia. Hace falta un líder fuerte si se quieren conseguir los objetivos. Una jerarquía.
Pero, un momento, ¿No era esa jerarquía, esa diferencia de clases, el origen de casi todos los problemas que queremos resolver? ¿Vamos a construir una sociedad más participativa reduciendo la democracia interna del movimiento que pretende legislar para que la sociedad sea más democrática?
Pero, un momento, ¿No era esa jerarquía, esa diferencia de clases, el origen de casi todos los problemas que queremos resolver? ¿Vamos a construir una sociedad más participativa reduciendo la democracia interna del movimiento que pretende legislar para que la sociedad sea más democrática?
Es muy difícil justificar el poder de los círculos en un contexto de partido político que debe controlar al milímetro su imagen mediática si quiere protegerse de los ataques de la caverna, y en ese sentido parece muy sensato no presentarse a las municipales, no tener tres cabezas en lugar de una, no dejar tanto margen de acción a grupos ciudadanos que podrían descontrolarse (sobre todo aquellos con escasa tradición asamblearia, ideológica, etc.). Pero, si el método por el que se pretenden conseguir los objetivos es contrario a los objetivos perseguidos mismos, ¿Por qué iba a resultar ese método más legítimo que la violencia pura y dura, que es como se ha tomado el poder de toda la vida?