18 de octubre de 2014

Cartas desde el tren I


Wikileaks: el producto/marca frente a su realidad

Como todo lo que concierne a este asunto desde que el Mercado decidiera (ya sabemos que no es una mano oculta acompañada de una risa malvada, pero al menos concédanme la mayúscula) hacerlo pasar a un segundo plano hace un par de años, el ansiadísimo thriller sobre el affaire Wikileaks (The fifth estate, 2013, director del montón, reparto europeo de lujo y no precisamente una película anarquista -producida por Dreamworks, distribuida por Disney) ha pasado sin pena ni gloria por la cartelera mundial, o desde luego yo no recuerdo ni muchos artículos en prensa ni mucha gente hablando de ella.

No es que la película sea gloriosa, desde luego tiene todos los tics de taquillazo sobre el mundo del periodismo, la rebeldía, los hackers, la defensa de la difusión de información impoluta como principal valedor de una democracia sana, etc etc), pero a mí estos temas siempre me tiran, y para ello hay que aguantar los defectos (todo personaje ha de ser presentado con un drama personal con nombres, apellidos e hijos muy concretos, aunque ello haga descarrilar estrepitosamente la película, la trama principal, el ritmo, etc.).

Más interesante que la película como "objeto fílmico" (copyright Cahiers du Cinéma) son obviamente los temas que trata, los puntos de vista que presenta, los carriles morales en que nos va intentando situar y, en general, todo lo que hace salivar a un profesor de ética de secundaria.

Recomiendo encarecidamente verla (por ello escribo aquí hoy), da mucho pie a reflexionar sobre las limitaciones del discurso que la sociedad (esto es, la película) adopta sobre Wikileaks, sobre el (pobre) análisis que sea ha hecho de todos los eventos que han rodeado su aparición en la escena mundial hace ya casi un lustro (!).

Al final parece que todo el debate se reduce a los que defienden la transpariencia más absoluta de las instituciones frente a los que concluyen la temeridad e inconsciencia que hay detrás de ese propósito. Supuestos idealistas frente a supuestos realistas, vamos.

Típico debate francesoide de presuntas altas esferas intelectuales en los que cada uno apela a elevadísimos conceptos antropo-filosóficos en debates sin fin y sus publicaciones ad hoc, cuando el problema es que con ello se ignoran u olvidan problemas o limitaciones mucho más graves en torno a estas mismas cuestiones, como pueda ser el efecto real posterior que tengan o puedan tener los actos de Wikileaks en la sociedad o, diantre, en la Historia. De eso se habla y se debate menos porque no parece necesario tomar una postura dramática a favor o en contra de algo, que es lo que gusta a todo intelectual de tres al cuarto para satisfacer necesidad de construcción egomaniaca de postura intelectual definida y comprometida con una causa o idea (que se esforzará en presentar como más o menos propia, como su aportación al debate y a la sociedad).

Continuará (quizás)