Con todo el revuelo que han causado las dos elecciones griegas y la derrota de Sarkozy, a mucha gente se le ha escapado el dramático ascenso, en dos tiempos, de la extrema derecha en Francia, auténtica noticia política del momento. Siempre se dice que en tiempos de crisis la gente se refugia en los extremos, el izquierdo o el derecho: ya sabemos qué dirección está tomando Europa.
"Pero qué problema hay?", eso es lo que dijo noséqué dirigente de la UMP de Chirac y Sarkozy hace más de una década, cuando con motivo de las elecciones municipales, le espetaba a un periodista que no veían tan problemático gobernar en coalición en algunos pequeños ayuntamientos con un partido abiertamente racista (y con un programa político nacionalsocialista) como el Frente Nacional, mientras el resto de Francia se llevaba las manos a cabeza.
Pocos años después sucedió la catástrofe moral de mayo de 2002 y quedó bien clarito que la extrema derecha era una opción política como cualquier otra, perfectamente integrada en el ecosistema democrático. Hoy en día el ascenso del partido nazi de turno ya casi no es noticia en las elecciones que se van celebrando en los distintos países europeos.
El discurso antisistema exhibido por la hija de Jean-Marie Le Pen (porque los cargos más guays se heredan: de esto sabemos un rato en España) en 2012 le ha llevado a un resultado MEJOR que el que permitió a su padre pasar a la segunda vuelta de las presidenciales (y que Chirac, cuyos casos de corrupción ya habían sido por entonces demostrados, arrasara con un vergonzoso 85%). Y en las elecciones de ayer, el FN ha vuelto, 14 años después, al parlamento.
Joder con las legislativas en Francia. Menos mal que no son las elecciones importantes, porque los nazis, con casi 20% de los votos, no tienen más que dos diputados (Marine se queda fuera por 100 votos) de un total de unos 600, frente a los Verdes que se llevan unos 20 con bastantes menos votos... pero claro, como son los malos nos quejamos menos.
El representante del Frente de Izquierdas (el otro partido más perjudicado por el sistema electoral) acaba de decir en la radio que es absurdo que hayan subido 600.000 votos y hayan bajado en escaños, y que lo que no puede ser es que se justifique todo este estaribel aludiendo en que hay que atar en corto al FN. Ha dicho, tal cual, que si tanto molesta, que se prohíba ese partido, y si no, que se asuma la democracia con todas sus consecuencias. Que algo tan evidente nos produzca, como primera reacción, exclamar un "con un par", da la medida de la calidad democrática de Occidente.
"Pero qué problema hay?", eso es lo que dijo noséqué dirigente de la UMP de Chirac y Sarkozy hace más de una década, cuando con motivo de las elecciones municipales, le espetaba a un periodista que no veían tan problemático gobernar en coalición en algunos pequeños ayuntamientos con un partido abiertamente racista (y con un programa político nacionalsocialista) como el Frente Nacional, mientras el resto de Francia se llevaba las manos a cabeza.
Pocos años después sucedió la catástrofe moral de mayo de 2002 y quedó bien clarito que la extrema derecha era una opción política como cualquier otra, perfectamente integrada en el ecosistema democrático. Hoy en día el ascenso del partido nazi de turno ya casi no es noticia en las elecciones que se van celebrando en los distintos países europeos.
El discurso antisistema exhibido por la hija de Jean-Marie Le Pen (porque los cargos más guays se heredan: de esto sabemos un rato en España) en 2012 le ha llevado a un resultado MEJOR que el que permitió a su padre pasar a la segunda vuelta de las presidenciales (y que Chirac, cuyos casos de corrupción ya habían sido por entonces demostrados, arrasara con un vergonzoso 85%). Y en las elecciones de ayer, el FN ha vuelto, 14 años después, al parlamento.
Joder con las legislativas en Francia. Menos mal que no son las elecciones importantes, porque los nazis, con casi 20% de los votos, no tienen más que dos diputados (Marine se queda fuera por 100 votos) de un total de unos 600, frente a los Verdes que se llevan unos 20 con bastantes menos votos... pero claro, como son los malos nos quejamos menos.
El representante del Frente de Izquierdas (el otro partido más perjudicado por el sistema electoral) acaba de decir en la radio que es absurdo que hayan subido 600.000 votos y hayan bajado en escaños, y que lo que no puede ser es que se justifique todo este estaribel aludiendo en que hay que atar en corto al FN. Ha dicho, tal cual, que si tanto molesta, que se prohíba ese partido, y si no, que se asuma la democracia con todas sus consecuencias. Que algo tan evidente nos produzca, como primera reacción, exclamar un "con un par", da la medida de la calidad democrática de Occidente.