Mucha curiosidad ha despertado el enésimo otoño caliente francés, que nos venden como un movimiento ciudadano espontáneo y sin adscripciones ideológicas ni partidistas. Se tiende a encumbrar, desde cierto poder (cuyos medios de comunicación no son más que su altavoz), precisamente por no venir promovido, contrariamente a movimientos anteriores, por sindicatos, en la enésima campaña de desprestigio o de puenteo de la única fuerza trabajadora organizada realmente existente aún hoy, a la hora de negociar convenios y condiciones laborales.
Ya van destacándose líderes con ideas de creación de partidos políticos que lleven a la Asamblea (Congreso) el movimiento de los Gilets Jaunes. Pues bien, la idea, aquí por ejemplo, es crear un partido para luchar contra la "persecución de los automovilistas" (lo de que de sea la principal causa de contaminación de las ciudades, causante de decenas de miles de muertes al año solo en España ya tal), "sin etiquetas" (un partido apartidista, ajá) y del "sentido común" (que suele ser sinónimo de derechas o de algo peor).
Cierto es que el movimiento que comenzó por la indignación de un impuesto medioambiental (ergo penalizador de ciertas prácticas, eso bien) indirecto (ergo socialmente injusto, por no ser progresivo) se ha expandido hacia una indignación global por el rumbo del capitalismo y whatnot, pero no me digan que no asusta la dirección que está tomando esto...