6 de noviembre de 2011

La ciencia ficción barata viene para quedarse

1
Las tres películas españolas más esperadas por servidor se estrenan la semana que viene en Nantes en el estupendo festival de ciencia ficción local (con Jodorowsky in person de padrino y Julio Verne nunca muy lejos). El primer largo del que lleva seis años siendo la gran esperanza blanca del cine nacional, Eduardo Chapero-Jackson (no reirse) compite contra la segunda y esperadísima película pequeña de Nacho Vigalondo (con mi adorado Julian Villagrán de prota, escudado por dos muchachadas y el estrambótico Noguera del ultrashow), además de contra EVA (el también adorado Daniel Brühl en la incursión de la Escac -que es como la Masía del cine catalán- en el género) y otras cuatro cintas de otros países. Han leído bien: tres de las siete pelis de una competición internacional son españolas. Otra clara demostración de lo mal que anda el cine patrio. Que yo sepa el Festival de Cine Español no ha tenido nada que ver, es más, apostaría a que se percibe más bien como una invasión de competencias.
2
Me gustaría que me encantara EVA, porque llevo casi dos años esperándola, pero cae en demasiados clasicismos propios de la ciencia ficción americana más comercial. Es más convencional de lo previsto en algunos aspectos y resulta demasiado fría, quizás porque algunos elementos del género no quedan bien expuestos (demasiada insistencia en la manida confrontación emocional vs matemático, simplificación típicamente yanqui -y tan eficiente- de la clasificación de las emociones y del resultado de su combinación, etc.). Así y todo, recomiendo verla porque sigue siendo notable y qué leñe, es ciencia ficción! Además el género se está renovando y hay que explorar todos los caminos, especialmente los introspectivos y/o baratos. Pero desde luego me duele reconocer que esperaba más de ella que una actualización de la sobrevalorada Gattaca.
3
Por fin tenemos un avance del Cosmonauta. Ya saben, esa película libre y financiada parcialmente mediante crowdfunding (autofinanciación por Internet, vamos) y de la que enarbolo orgulloso su merchandising (la camiseta del colibrí...) como si fuera miembro de la secta (algo de eso siempre hay). Da vértigo comprobar que hayan conseguido rodarla. Aún les (nos? Que soy inversor!) falta toda la postproducción, los efectos especiales, etc. pero tienen un Plan. Desgraciadamente este plan, que incluye cómo distribuirla y cubrir gastos pese a que se podrá ver gratuitamente, con todo lo optimista que parece, presenta dos problemas para el tunante estándar: A) El inevitable (para atraer dinero) lenguaje tecnócrata y proto-empresarial que impregna todo su proyecto, cuyo mejor ejemplo es el abusivo empleo del odioso y manido concepto de "experiencia" (que ya destrona al igualmente deleznable "convivialité" francés): puro marketing hueco para evitar el lenguaje marxista que es hoy más válido que nunca: el objetivo es crear plusvalía (valor añadido a una película gratuita, en forma de narraciones complementarias, extras varios y toda la pesca imaginable) y de ahí se sacarían los fondos para pagar los sueldos amortizados de los que han trabajo en la película, entre otros pagos pendientes.  Lo que nos lleva a B) Con todo lo encomiable que es este proyecto (no olviden que soy fan, aunque no lo parezca: es que es más sencillo criticar que loar), sin duda el más estimulante que le ha sucedido al cine español en años (lo dice hasta El País), nos da miedo que se la peguen. Algo que podría perfectamente suceder. Y es que The Plan es lo que hacen los americanos con sus superproducciones ala Tintín (muñecos en el Happy Meal, videojuego, dvd con sus extras, making of, etc etc.) pero sin un duro y encima con una película que no va a generar derechos de autor. Eso sí, con una presentación apabullante, convincente e ideológicamente de nuestra cuerda. Pero te quedas con el regustillo de que esa "experiencia" no es más que valor añadido para conseguir venderte algo que puedes conseguir gratis (por decisión de ellos mismos: es importante remarcar esto). Todos queremos que esto funcione y de hacerlo cambiaría la industria, pero todos sabemos que no se va a hablar del Cosmonauta más que como la película de estos chicos simpáticos que se lo han currado por su cuenta, así en un reportajillo de unos segundos en el telediario. Y de ahí no va a pasar. Nos queda la esperanza de que sí que remueva las cosas dentro de la penosa industria del cine español. Pero este proyecto no está dentro de ella, y así va a ser complicado que la cosa cambie. Quizás si Amenábar estrenara su próximo truño bajo Creative Commons...