Y el mejor grupo de "música amplificada" en activo sobre la faz de la Tierra es... Sigur Ros.
Contrariamente a lo que piensa el medio musical más influyente del Sistema Solar, Valtari es sin duda el gran disco de 2012 (reconozco que exageré un poco los esfuerzos de Beach House y Spiritualized para no tener que ordenar mi tridente favorito del año pasado). Y Kveikur, el primero disco post-Kjartan, es el resultado de la necesidad de tener algo con lo que salir de gira, ya que Valtari es, como ellos mismos declaran "largely un-tourable", y claro no puedes salir de gira mundial con un disco de ambient.
Si para Pitchfork Valtari no es más que un disco de texturas (!), Kveikur, publicado solo unos meses después, marcaría el retorno a las esencias, al nervio, a su mejor estado de forma, blablabla.
Antes de que saliera Valtari los fans del grupo temíamos que el éxito del disco en solitario de Jonsi (Go), excesivamente cafeínado, influyera en la próxima publicación, y ahí estaban artefactos como Gobbledigook en el disco anterior (...Endalaust) que, siendo una estupenda canción, indicaba síntomas preocupantes. Sin embargo, la influencia que sí integró el grupo fue la de su otro proyecto paralelo, el muy ignorado disco con su pareja (Jonsi & Alex: Riceboy sleeps, presente en Lord can you hear me 2, quizás mi mejor recopilatorio).
Y, de repente, cuando todo el mundo esperaba un disco resultón, acelerado, festivo, tallado para el Gran Salto de Sigur Ros, para su coldplayización, sacan Valtari.
Hay que decir que Valtari, aunque menos que Riceboy sleeps, es un disco de ambient. O de ambient-rock si queremos mantener la pureza de los términos. Ya saben, al ambient es eso de componer melodías de 15-20 minutos de una sola nota (exangerando un pelín). Es lo que se inventó Brian Eno en los 70 para llenar de música los aeropuertos sin molestar (concepto que ha expandido hasta nuestros días con cosas como la melodía de entrada de Windows 95/98, que es suya), intentando crear por el camino una nueva forma de escuchar la música (ahhh los tiempos en los que los creadores eran menos cínicos y no pensaban que los habitos musicales estuvieran determinados exclusivamente por los hábitos tecnológicos del oyente) y fracasando por completo, pues al final lo que popularizó fue el concepto (la música "de ascensor", todo un género musical hoy en día) pero no la materia (pues la música de ascensor de nutre exclusivamente de versiones bossa nova de estándares del rock -sic).
Pues eso, que el ambient es a la vez lo más y lo menos rockero que te puedes echar a la boca desde 1975. Pero el post-rock, la épica metalera y el ambient son la quintaesencia de este grupo desde 1999. Y por lo visto lo que los hacía tan populares era sobretodo ese rock panorámico (el término no es mío) y no tanto esas finas y bellas texturas que, según parece, eran superficiales. Como si lo importante fueran las letras... que no están ni en islandés!
Contrariamente a lo que piensa el medio musical más influyente del Sistema Solar, Valtari es sin duda el gran disco de 2012 (reconozco que exageré un poco los esfuerzos de Beach House y Spiritualized para no tener que ordenar mi tridente favorito del año pasado). Y Kveikur, el primero disco post-Kjartan, es el resultado de la necesidad de tener algo con lo que salir de gira, ya que Valtari es, como ellos mismos declaran "largely un-tourable", y claro no puedes salir de gira mundial con un disco de ambient.
Si para Pitchfork Valtari no es más que un disco de texturas (!), Kveikur, publicado solo unos meses después, marcaría el retorno a las esencias, al nervio, a su mejor estado de forma, blablabla.
Antes de que saliera Valtari los fans del grupo temíamos que el éxito del disco en solitario de Jonsi (Go), excesivamente cafeínado, influyera en la próxima publicación, y ahí estaban artefactos como Gobbledigook en el disco anterior (...Endalaust) que, siendo una estupenda canción, indicaba síntomas preocupantes. Sin embargo, la influencia que sí integró el grupo fue la de su otro proyecto paralelo, el muy ignorado disco con su pareja (Jonsi & Alex: Riceboy sleeps, presente en Lord can you hear me 2, quizás mi mejor recopilatorio).
Y, de repente, cuando todo el mundo esperaba un disco resultón, acelerado, festivo, tallado para el Gran Salto de Sigur Ros, para su coldplayización, sacan Valtari.
Hay que decir que Valtari, aunque menos que Riceboy sleeps, es un disco de ambient. O de ambient-rock si queremos mantener la pureza de los términos. Ya saben, al ambient es eso de componer melodías de 15-20 minutos de una sola nota (exangerando un pelín). Es lo que se inventó Brian Eno en los 70 para llenar de música los aeropuertos sin molestar (concepto que ha expandido hasta nuestros días con cosas como la melodía de entrada de Windows 95/98, que es suya), intentando crear por el camino una nueva forma de escuchar la música (ahhh los tiempos en los que los creadores eran menos cínicos y no pensaban que los habitos musicales estuvieran determinados exclusivamente por los hábitos tecnológicos del oyente) y fracasando por completo, pues al final lo que popularizó fue el concepto (la música "de ascensor", todo un género musical hoy en día) pero no la materia (pues la música de ascensor de nutre exclusivamente de versiones bossa nova de estándares del rock -sic).
Pues eso, que el ambient es a la vez lo más y lo menos rockero que te puedes echar a la boca desde 1975. Pero el post-rock, la épica metalera y el ambient son la quintaesencia de este grupo desde 1999. Y por lo visto lo que los hacía tan populares era sobretodo ese rock panorámico (el término no es mío) y no tanto esas finas y bellas texturas que, según parece, eran superficiales. Como si lo importante fueran las letras... que no están ni en islandés!