Yo nunca estuve muy puesto en el tema
Renault Valladolid (bueno, durante un tiempo tuve que convertirme en un chusco entendedor de motores y nuevos modelos para mis labores de traductor simultáneo...) y en principio uno se alegra al ver el titular en El País que asegura que la fábrica de la que dependen tantas familias en tu ciudad tiene garantizada su permanencia por diez años. Así a priori suena bien. Pero como yo soy uno de esos abonados al pesimismo que tanto denosta Zapatero, me dije "uy, teniendo en cuenta como funcionan las cosas a estos niveles de negociación multinacional-estados y sobre todo como está ahora mismo la relación de fuerzas entre ambos (claramente del lado de las multinacionales por si no era ya evidente), a ver si aquí hay gato encerrado". Y cometí el clásico error de
leerme el artículo, algo que, como sabéis, está pasado de moda. Mira que no es un artículo largo, profundo ni de investigación. Pero en pocas líneas consiguen echar por tierra toda esperanza de un Mundo Mejor.
Primero, resulta que lo del coche eléctrico copando el titular es simplemente para decir que molamos, que Valladolid ya no será nunca
Fachadolid porque fabricaremos
el primer coche eléctrico SERIO de España (por producirse en serie y respaldado -veremos cuanto- por uno de los principales fabricantes de coches del mundo). En realidad, el dinero que se va a meter en él es ridículo en comparación con lo que van a inyectar para sustituir al fracasadísimo
Modus (que, si estoy bien informado, se fabrica(ba) en Valladolid exclusivamente para todo el mundo, y eso serían un montón de coches si hubiera funcionado bien) por otro coche de GASOLINA o DIESEL (a cada cual peor en términos de no molar -los angloparlantes tienen esa maravillosa palabra que es
uncool).
Segundo, mucho más grave: uno pensará "joder los de Renault cómo se estiran, invirtiendo pasta en una fábrica que sale más cara que las de Rumanía o Marruecos". Pero ay amigo. En estos tiempos en los que la principal labor del Estado es nacionalizar sin nacionalizar (te doy dinero a cambio de nada) y pagar rescates (porque con los terroristas y los piratas digitales no se negocia, pero a los piratas que degüellan marineros les pagamos lo que pidan, y virgencita que no salga del bolsillo de la empresa que fleta el barco, porque los beneficios son privados pero los problemas son públicos, leitmotiv
crisisero ya cansino), el problema automovilístico tenía que ser el siguiente en resolverse a golpe de chequera pública. Pues eso, que el coche eléctrico y el sustituto del
Modus los va a pagar el Estado. La cosa es de risa. O no tanto, porque lo grave es que ya ni esto resulta escandaloso. En un Mundo Normal, uno pensaría que atravesamos un periodo soviético y que el Estado va a planificar cuántos coches se fabrican, dónde y en qué condiciones, que por algo la planta pertenece al Estado (ya que es el que la paga). Pues no. Aquí paga el Estado a cambio de nada. El
miedo a la deslocalización, al asesinato de los pescadores o al
corralito son tan grandes que nos ventilamos el método democrático a la mínima y en cuanto la cosa se pone seria el Estado corre con todos los gastos (algo que aparece en los programas de todos los partidos, como sabéis),lo que confirma que el régimen es de postín y aquí, democracia, la justa. También, haciendo futurología, podemos observar a dónde lleva tratar a las multinacionales como si fueran el adolescente que no queremos que se vaya nunca de casa aunque tarde o temprano tendremos que aceptar que sucederá dada su natural tendencia a volar libre: estoy mirando a Irlanda, ese país milagroso que es el único que nos va a acompañar en crisis hasta 2011.
Tercero, peor aún.
Los trabajadores. Esos que son el motivo declarado de todo este sacrificio. Lo hacemos por ellos, claro. Por conservar sus trabajos. Cómo vamos a dejar que Renault se vaya? Pues no sé, pero la verdad es que dudo que sus hijos, o sus nietos, que posiblemente acaben trabajando allí también, les alegre ver que entran a trabajar en algo no especialmente grato con las mismas condiciones que en Telepizza, porque eso es lo que más duele. Y dirán a sus padres: gracias por el esfuerzo y tal, pero para trabajar así ya lo podría haber hecho en la bolera del Museo del Automóvil que hubieran creado en los terrenos de FASA (es que eso es lo que pasó en Flint, la ciudad de General Motors donde transcurren Roger & Me y The Big One, par imprescindible de películas de Michael Moore). Cuando en la noticia aparecen los patrones de Renault congratulándose de lo comprensivos y responsables que han sido los sindicatos, malo. Muy malo. Se habla de congelación salarial ad infinitum y una nueva categoría de entrada (que nos permitiremos presuponer que no será del tipo Catedrático de Motores sino más bien sustituto temporal a tiempo parcial y te pagamos si nos queda algo suelto después de que nos traigas el café). Y dice el artículo "
a cambio de mantener el empleo". Así, con todo su peso en plomo. 500 millones de euros (nos vamos a fundir el IVA nosotros solos!), congelación salarial y peores contratos a cambio de mantener el empleo. Porque a eso hemos llegado con 200 años de democracia y 2000 de civilización occidental. A que mantener la posibilidad de trabajar 40 horas (por una cantidad NO equivalente de dinero/condiciones) sea algo por lo que estemos dispuestos a darlo, literalmente, todo. A ver ahora quien es el listo que defiende que no vivimos para trabajar.
Hubo un tiempo en el que pensaba que, tarde o temprano, trabajaríamos 30 ó 35 horas por ley, tendríamos horarios europeos y los trabajadores cuyas fábricas deslocalizaran serían reconvertidos a golpe de cursos de formación sufragados por las multinacionales que se iban (o, qué coño, por la chequera estatal, inversión esta mucho más razonable en caso de necesidad). Viva el progreso.
Bola Extra: el último comentario de lectores que aparecía cuando me llevé la noticia a casa resume la situación en mucho menos espacio:
"Pues yo, si me sacuden 500 millones para infraestructura y me garantizan la congelación salarial y niveles bajos de entrada, a lo mejor me animo a montar una empresa...".
Lo de poner a parir al coche eléctrico, no se preocupen que también tengo de eso. Otro día.
Para la entrada número 200 de Tunantes pensaba hacer la segunda parte de Lord Can You Hear Me pero he optado por algo menos ambicioso aunque igualmente psicodélico: os traigo más de una hora de interpretaciones de la mejor canción de todos los tiempos. Algunas versiones son realmente MUY chungas y otras fueron eliminadas por el clásico proceso de "sabemos que Percy Sledge no grabó esta canción así que lo de los mp3 con su nombre no cuela". Esta será la única que vez sonará Michael Bolton en Chilled Records, así que aprovechen.
El Belem, anclado en su casa, al lado de la mía. No lo había visto desde que estuve de Erasmus.
Ale, ya tenéis foto de mi nueva casa.
